Testimonios de muchas personas que he conocido desde que era un niño me convencieron de que no he sido el único en atravesar las experiencias que tuve, a veces traumáticas, a veces aterradoras y otras veces extrañas, que marcaron mi juventud. Me di cuenta del papel que juega la cultura en imbuir las ideas que, consciente e inconscientemente, determinan nuestra forma de pensar. Heredamos la historia con sus conflictos no resueltos, el estatus económico, las aspiraciones, los prejuicios y miedos, entre otras cosas.
Difícilmente se da cuenta el pez de que el agua existe si nunca ha salido de ella. Esa es la prevalencia de la cultura sobre la consciencia.
Aprendí que las vivencias difíciles que atravesé surgen de problemas complejos, profundamente arraigados en las sociedades en las que me eduqué, del continente americano y europeo. Este tipo de experiencias hasta hoy estigmatizan a mucha gente, causan enorme sufrimiento e incluso llegan a quitar vidas.
Esta obra no solamente se trata de vivencias pasadas (las cuales atraviesa Pedro), sino en alarmantes visiones de un futuro alarmante (al que se enfrenta Rígon), basado en lo que se puede convertir el mundo en que vivimos a día de hoy. Sin duda, estamos en un momento crítico en la historia de la humanidad.
Espero que esta obra ayude a sanar a los que tienen heridas a medio sanar en su interior. Espero que lleve a los que condenan a reflexionar antes de hacerlo. Espero animar a los que nos equivocamos a reparar nuestros errores. Espero que los valores en la educación se enfoquen hacia a un mundo en que las oportunidades profesionales estén mejor distribuidas, para reflejar la gran variedad de talentos humanos. Y sobre todo, espero que cambiemos nuestras prioridades, enfatizando el respeto por la vida, para poder seguir existiendo en este y cualquier otro rincón del cosmos.