INTRODUCCIÓN
Desde que tengo memoria me han encantado las historietas y los superhéroes. A los 10 años de edad, quería convertirme en uno de mis superhéroes favoritos de aquel entonces y me puse a buscar formas de crear los aparatos que me confirieran sus superpoderes (aunque no mucho se puede hacer con un sopla-burbujas…). A esa edad, ya dibujaba con bastante confianza y para cuando cumplí 12 años, creé a Rígon, mi primer superhéroe. Empecé a escribir su historia y a dibujar los personajes, algunos de los cuales están preservados en esta versión de la historia. En cuanto dibujé las primeras páginas del cómic, le dije orgullosamente a mi madre que de mayor quería ser un dibujante profesional de historietas.
Sin embargo, los eventos que ocurrieron en mi vida a partir de esa edad hicieron que no pudiera desarrollarlo de forma continuada.
A mis 14 años, dibujé el momento de la historia en que los ciborgs encuentran a los padres de Rígon, cuando aún es bebé. A los 15 años, creé la antítesis de Rígon.
A los 16 años, relaté una versión de dos páginas de la historia, la cual sirvió de base para la siguiente versión. Mi adolescencia sin duda afectó la continuación del proyecto.
A los 19 años, un año que marcó mi vida de muchas formas, leí un libro en el que tuve que contestar la siguiente pregunta:
“Si solo te quedaran seis meses de vida, ¿qué harías?”
Lo primero que se me vino a la mente fue terminar este libro.
Por suerte, he vivido mucho más que ese tiempo, gozando de plena salud, y me siento enormemente afortunado por ello. Pero sabiendo claramente la importancia que tenía este proyecto para mí, orienté los siguientes años de mi vida de modo a poder avanzar en él, pasara lo que pasara.
De esa manera, fui tomando pasos más grandes en esa dirección cada vez que tuve la oportunidad.
A los 25 años creé las bases de esta versión de la historia.
A los 31 años, terminé al fin de escribirla.
Me tomó cerca de 18 años llegar a este punto. Sinceramente, una parte de mí no quería terminarlo nunca, ya que, si completase el “último” proyecto de mi vida, ¿qué más iba a hacer? Pero ciertas experiencias que tuve recientemente me enseñaron que, si quería hacer esto bien, tenía que hacerlo estando en buena forma.
En este camino, también aprendí lo siguiente:
- Todo se puede conseguir si se persevera lo suficiente.
- La vida es corta. Nadie sabe cuánto tiempo le queda a uno.
- Vivimos en un momento de la humanidad en que nuestros siguientes pasos como especie deben tomarse con extrema precaución.
Lo que quiero compartir es un viaje de transformación personal. La historia de Pedro tiene elementos autobiográficos, pero en su totalidad, pretende ser una ficción con planteamientos útiles.
Pueden ser útiles en el sentido de que pueden concientizar a la persona de prejuicios o preconceptos existentes, llevarla a pensar si estos prejuicios merecen estar ahí; dar una idea de cómo algunos eventos traumáticos pueden transformarnos y qué pasa cuando se los supera o no. También es un relato de esperanza en el ser humano y en su capacidad de amar.
Escribir este libro ha sido una de las cosas más difíciles que he hecho en mi vida. No por la dificultad de escribirlo, sino por revelar algunas experiencias personales dolorosas.
El tipo de experiencias cuyo juicio por parte de los demás sería doloroso, pero no tanto como llevarlas dentro, como un ancla. Espero que, al compartirlas, los demás me ayuden a quitar esa pesada ancla, con la fuerza de su comprensión. Y que lo mismo suceda con las anclas de los demás.
Por tanto, solo te pido una cosa, querido/a lector/a, y es que no juzgues antes de conocer la historia completa.
